Marc Soldevila

Tiana 1966

Normalmente a los alumnos traviesos o mal estudiantes se les coloca en primera fila para tenerlos controlados. En mi caso lo hacían pero por otro motivo, me pasaba el día dibujando en los libros y eso es lo peor, la indiferencia. No me siento orgulloso de ello, de hecho no me gustaría para mis hijos, pero realmente si no dibujaba la sangre me hervía, era como una necesidad vital.

De bien pequeño ya colaboraba con revistas locales haciendo comics, murales en paredes, posters de fiestas etc. etc.

Cuando tenía unos 12 años, vino un pintor se ve que famoso, a realizar unos frescos en la ermita románica de mí pueblo. Pues bien, me pasé horas y horas mirando como pintaba y ahí se me despertó lo que se llama “el gusano” de la pintura. Empecé a realizar mis primeros cuadros, recuerdo que el primero fue un bodegón, sin tener ni idea de la técnica del óleo. Una noche vino a cenar a casa un buen amigo de mi padre, Alvar Suñol, pintor muy reconocido, y le enseñé mis modestos cuadros. Su respuesta fue…”A este chaval lo tenéis que enviar a una escuela de pintura ya mismo”. Curiosamente me lo encontré el otro día en una colectiva que hacíamos juntos y me dijo en tono de broma…”ya te acuerdas que tu pintas gracias a mí?”. Os cuento todo esto porque para entender quiénes somos ahora, debemos también entender nuestro pasado, nuestro origen.

Estuve unos cuantos años aprendiendo en la academia de Josep y Pere Santilari, grandes pintores y actualmente grandes amigos. Allí aprendí sobretodo a controlar la luz, que es lo que más me atrae en la pintura figurativa.

Cuando acabé el Cou, dudaba muchísimo si matricularme en Bellas Artes o en Arquitectura, mi otra gran pasión. Me acuerdo que Àlvar Suñol me dijo…”Tu sabes si Picasso tiene el titulo?”. Me vino a decir que para pintar no necesitas ningún título, necesitas ganas y pasión.

Empecé a estudiar arquitectura a la vez que pintaba y exponía en salas municipales de aquí y de allá. Finalmente y con el paso del tiempo pude llegar a exponer en la Sala Pares de Barcelona, referente en pintura figurativa. Lo que paso entre medio simplemente fue la búsqueda del perfeccionamiento de la luz, que nunca se alcanza pero para mí es el camino a seguir.

Hasta ahora he combinado las dos profesiones sin problema y supongo que una alimenta a la otra y viceversa.

Especial agradecimiento, por lo que soy como pintor, a Alvar Suñol y sobre todo a Josep y Pere Santilari.